Nada tiene cabida dentro de una fotografía más que la verdad de los propios ojos que la quieran interpretar. El contraste, la luz, el brillo, la intensidad o la oscuridad. El dramatismo o la fuerza como adjetivos de lo inmediato y, casi, transparente a la vista. El imponente estado del barroco cuando el teatro despliega el telón de la grandeza, del equilibrio desmedido, de la sinrazón del poder en varias escalas. Puntas color oro afiladas hacia el cielo. Monte calavera en mitad de un bosque de casi dos centenares de almas. Generaciones de hombres forman también parte de esta imperiosa trama mientras todos toman asiento en una función apunto de dar comienzo. Suenan los primeros acordes, la escena llega a sus compases de apertura para, más tarde, detener el tiempo en el sueño que siempre quisiste volver a contar. Vuelve a meditarlo. Quizás, sólo sea fruto de tu imaginación, mientras la noche que marca la Cuaresma se recrea bajo un gran Calvario.
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
Altar de Quinario del Cristo del Calvario a la luz de las velas / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ
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